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Pedir ayuda. Una forma de contribuir a tu bienestar y estabilidad emocional


Hay que ser muy valiente para pedir ayuda, ¿sabes?

Pero hay que ser todavía más valiente para aceptarla.

Almudena Grandes

El trabajo dentro del ámbito de la psicoterapia ofrece la oportunidad de compartir y colaborar con diversas personas, de escuchar múltiples voces; todas particulares y diversas y de orígenes distintos, en muchas de ellas se observa como dejaron pasar tiempo importante sumergidas en el dolor y sufrimiento antes de atreverse a levantar la voz y reconocer que algo pasaba y necesitaban ayuda; mientras esto sucedía, una serie de pensamientos aparecían en su cabeza y daban sentido a la espera, entre ellos, la idea de que las cosas cambiarían solas y la firme creencia que llegaría la calma y así su vida tomaría un mejor rumbo, alejado del problema. Es entonces que, aparece la esperanza vestida de posibilidades y tolerancia, la cual contribuye con la fortaleza necesaria para enfrentar el problema que no mejora haciéndoles cada vez más tolerantes ante el dolor y sufrimiento.


En esta espera se ponen en marcha ciertas estrategias para generar el cambio, las cuales podrían repetirse una y otra vez sin que el cambio llegue. Poco a poco el dolor se vuelve menos soportable, o bien, el cansancio y la desesperación se hacen presentes, así se llega al límite de lo soportable, ya no es posible enfrentar, tolerar o controlar y de manera también desesperada se decide buscar ayuda, muchas veces queriendo encontrar soluciones mágicas. Para este momento el problema se ha agravado, el malestar se ha incrementado y el camino hacia el bienestar puede resultar más complejo requiriendo de mayor esfuerzo y tiempo para su solución; actuar a tiempo sin duda, resulta más sencillo.




Pero…. ¿Por qué no pedir ayuda oportunamente?

La primera respuesta podría ser por la esperanza de un cambio automático que, lamentablemente, no sucederá.


Otra, esta relacionada con el temor que pedir ayuda implica, el miedo esta alimentado por los pensamientos sobre la evaluación que podrían hacer de la persona, al declararse necesitada de ayuda: ¡¿cómo no vas a poder sola o solo?¡, “¡a mí nadie me dice lo que debo de hacer¡”, “¡¿cómo?¡¡¡, ¿acaso, no tienes capacidad de resolver tu sola o solo tus problema?”.

Todos estos pensamientos están basados en la idea de que, pedir ayuda es una muestra de incapacidad, sin embargo, para pedir ayuda se necesita tener la capacidad de reconocer que se está ante una situación que no se ha podido resolver por más que se intenta; es importante considerar que estar en medio de situación no implica necesariamente falta de capacidad, no olvidemos que, la situación problemática satura, genera angustia y frustración y, justo esto obstaculiza la apremiante necesidad de resolver.


Contar con apoyo, contribuye de manera importante a disminuir la angustia y estrés que generan los problemas, es así, que el apoyo social y la atención por parte de un profesionista de la salud mental para construir soluciones eficaces generan condiciones de mayor bienestar y armonía emocional.


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